Trastorno bipolar
El trastorno bipolar, también conocido como enfermedad maníaco-depresiva, es un trastorno mental que provoca cambios extremos en el estado de ánimo, la energía, los niveles de actividad y la capacidad de llevar a cabo las tareas diarias. Estos cambios de ánimo son mucho más intensos que los altibajos normales y pueden incluir períodos de manía o hipomanía (estado de ánimo muy elevado o irritable) y episodios de depresión.
Tipos de Trastorno Bipolar
Trastorno Bipolar I: Caracterizado por episodios maníacos que duran al menos siete días o por síntomas maníacos que son tan severos que la persona necesita atención hospitalaria inmediata. Los episodios depresivos también ocurren, generalmente durando al menos dos semanas.
Trastorno Bipolar II: Definido por un patrón de episodios depresivos y episodios hipomaníacos, pero no episodios maníacos completos como en el trastorno bipolar I.
Trastorno Ciclotímico (Ciclotimia): Periodos de síntomas hipomaníacos junto con periodos de síntomas depresivos que duran al menos dos años (un año en niños y adolescentes), pero los síntomas no cumplen los requisitos diagnósticos para un episodio hipomaníaco o depresivo.
Trastorno Bipolar No Especificado: Cuando los síntomas del trastorno bipolar no encajan dentro de las categorías anteriores.
Síntomas
Episodios Maníacos e Hipomaníacos:
- Estado de ánimo anormalmente elevado, expansivo o irritable
- Aumento de la actividad, la energía o la agitación
- Sensación exagerada de autoestima o grandiosidad
- Disminución de la necesidad de dormir
- Hablar más de lo habitual o sentir presión por seguir hablando
- Pensamientos acelerados
- Facilidad para distraerse
- Aumento de la actividad dirigida a objetivos (social, laboral, escolar o sexual) o agitación psicomotora
- Participación excesiva en actividades que tienen un alto potencial para consecuencias dolorosas (por ejemplo, compras descontroladas, conductas sexuales inapropiadas, inversiones imprudentes)
Episodios Depresivos:
- Sentimientos de tristeza, vacío o desesperanza
- Pérdida de interés o placer en actividades que antes se disfrutaban
- Cambios significativos en el apetito o el peso
- Problemas para dormir o dormir demasiado
- Pérdida de energía o fatiga
- Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva
- Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones
- Pensamientos de muerte o suicidio